El mosquito tigre apenas ha necesitado una década para colonizar buena parte de la costa mediterránea española. Y lo ha hecho en paralelo a la A-7, la autopista que recorre el litoral de norte a sur, desde Barcelona, donde lo encontraron por primera vez en España, hasta Málaga.

La expansión del mosquito tigre (Aedes albopictus), una especie invasora, vector de enfermedades como el dengue y el chikungunya procedente del sudeste asiático, no se explica sin la ayuda del transporte por carretera y de mercancías.

La ruta costera del mosquito tigre tuvo como origen Sant Cugat del Vallès, un municipio de la provincia de Barcelona al que los expertos creen que llegó en 2004 a través del transporte por carretera. No es fácil saber cómo. Aitana Oltra, ambientóloga del CSIC y coordinadora del proyecto de investigación Atrapa el tigre, cita un estudio que señala que, a pesar de que se han detectado ejemplares en neumáticos usados y centros de jardinería en las áreas colonizadas, todavía no hay pruebas que certifiquen que la especie llegó por medio de la importación de neumáticos.

¿Qué pudo pasar? Por ejemplo, en un cargamento de neumáticos que va desde el sudeste asiático a Europa viaja una hembra que ha puesto huevos en ese agua. Agua que puede secarse, pero los huevos aguantan un tiempo hasta que se convierten en larvas, luego pupas y finalmente mosquitos y se cierra el ciclo. Si se dan las condiciones para que nazcan esos insectos (básicamente agua y una temperatura cálida), se establecen en un nuevo territorio.

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«Ha ocurrido así en algunos casos. Cuando llueve se les acumula agua, y a los mosquitos tigre les sirve cualquier recipiente pequeño con agua estancada para criar», explica Oltra.   Y en el litoral mediterráneo español, añade, se dan una serie de factores que hacen fácil que el mosquito se disperse y se establezca: zonas muy pobladas, buen clima  y gran movilidad.

El mosquito tigre necesita ayuda para colonizar territorios en tan poco tiempo. Un adulto a lo largo de su vida se mueve en unos 500 metros de radio desde el sitio donde nace. Es decir, entre generaciones puede haber dispersión, pero es un proceso mucho más lento. Oltra recuerda que el mosquito se encontró por primera vez en Europa en 1979, en Albania, y que también se notificó la presencia de ejemplares en un aparcamiento de camiones. Se hicieron controles y apareció cerca de un puerto desde el que llegaban cargamentos de China. La conclusión fue la misma que en España: transporte de mercancías. El transporte de bambú también ha permitido la salida de esta especie del sudeste asiático.

Sin embargo, los investigadores creen que también viajan en coches particulares. «Transportar un adulto es algo aislado. Si es un macho, no llega a nada. Pero si transportas hembras con huevos, los pone en un sitio y nacen, ya tienes una vía de expansión. Parece que les atrae el dióxido de carbono de los coches y las zonas más sombrías», explica Oltra. De momento, solo son especulaciones tras la observación, pero por eso están haciendo un estudio con la colaboración de los Mossos d’Esquadra: quieren poner cifras a la dispersión del insecto en vehículos. Los investigadores del CSIC aprovechan los controles de tráfico para rastrear la expansión del insecto en Cataluña. Pueden esconderse en cualquier sitio. Usan aspiradores entomológicos para atraparlos y contarlos.

El proyecto atrapaeltigre.com pretende investigar y controlar la expansión del mosquito tigre mediante el descubrimiento de adultos y lugares de cría. Funciona como un sistema de alerta ciudadano, señala Oltra: «La gente nos envía fotos de posibles mosquitos tigre con una app y nosotros tenemos un equipo de expertos entomólogos que las estudia y decide. Pedimos a los ciudadanos que busquen lugares de cría cerca de sus casas porque igual los tiene en su jardín. Necesitan poca agua para criar: el plato bajo una maceta, un hueco en un árbol… También pueden reportar si han visto posibles focos de cría en la vía pública, por ejemplo en una fuente ornamental o en un imbornal o un sumidero».

En Málaga, por ejemplo, uno de los últimos lugares a donde han llegado estos insectos, se descubrieron «gracias a la participación ciudadana», señala Oltra. Cuando les llega una alarma, comprueban si es probable que se trate de mosquito tigre y en algunos casos se desplazan para hacer controles y verificarlo in situ. En Cádiz y Huelva, por ejemplo, ha habido alertas ciudadanas, pero los muestreos no los han encontrado.

Llama la atención que en el mapa de la expansión del mosquito tigre aparezca una mancha roja en el norte de España. «En Irún, en Guipúzcoa, es el único lugar de esa zona donde han aparecido en muestreos. Seguramente llegaron allí por los coches. Se encontraron ejemplares en un centro comercial muy transitado cerca de la autopista de Irún», dice Oltra.

Noticia Fuente «ElPAIS»